El tren se detiene en una estación sin nombre. Poco más que una plataforma de madera horadada por la termita, cuyo color desapareció tiempo atrás lavado por las lluvias y blanqueado por el sol. Él baja y el tren se aleja en instantes, despidiendo una nube de vapor asfixiante. No lleva equipaje. Viste camisa blanca…